Sudán: La "pesadilla viviente" que el mundo no debe ignorar**
- Redacción
- 29 oct 2024
- 2 Min. de lectura
La catástrofe humanitaria en Sudán sigue aumentando con una virulencia que desafía toda comprensión y que debería estremecer a la comunidad internacional. Más de 11 millones de personas han sido desplazadas, y de ellas, 3,1 millones ya se refugian fuera del país. Las cifras y los testimonios recientes revelan una violencia sistemática y un desprecio absoluto por la vida humana, con asesinatos masivos y violaciones que afectan principalmente a mujeres y niñas. Esta crisis no solo es devastadora; es, como bien señala Amy Pope de la OIM, una auténtica "pesadilla viviente".

El conflicto, que surgió en abril de 2023 entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), ha transformado a Sudán en un campo de batalla donde el dolor y el terror se han vuelto cotidianos. La reciente deserción del comandante de las RSF, Abu Aqla Keikel, desencadenó una escalada de hostilidades que ha provocado matanzas indiscriminadas en aldeas como Al-Seriha, donde se han reportado al menos 124 muertos. La brutalidad de las RSF no solo se limita a estas masacres, sino que ha incluido saqueos, quema de cultivos y ataques que despojan a los civiles de los escasos medios que les permiten sobrevivir.
Este sufrimiento parece apenas resonar en el ámbito internacional. Mientras Sudán agoniza, la ayuda humanitaria es insuficiente, y los fondos para la ONU y la OIM apenas alcanzan el 52 % y el 20 % de lo necesario, respectivamente. Esta falta de respuesta económica y diplomática es inadmisible. Cada día que la comunidad internacional se demora en actuar, más civiles ven arrasadas sus vidas y, como advirtió Amy Pope, crece el riesgo de que esta catástrofe se extienda a los países vecinos, desestabilizando aún más una región ya frágil.
Los informes de violencia sexual en Sudán estremecen por su crueldad y frecuencia. La Misión de Investigación Independiente de la ONU confirma que niñas de tan solo 11 años han sido víctimas de ataques sexuales brutales, y la respuesta internacional sigue siendo tibia. ¿Hasta cuándo permitiremos que las atrocidades en Sudán queden relegadas a las páginas de informes de derechos humanos?
La situación en Sudán es un grito desesperado por ayuda que el mundo no puede ignorar. Se requiere una intervención inmediata que priorice la protección de civiles, el envío de ayuda humanitaria y la creación de corredores seguros para los desplazados. No actuar con urgencia sería una traición a la humanidad misma, y condenaría a millones de personas a seguir viviendo una pesadilla que, con suficiente voluntad internacional, podría terminar.
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