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Milei y la verdadera lesa humanidad: Conspiraciones, hambre y abandono

  • Foto del escritor: Nahuel Hidalgo
    Nahuel Hidalgo
  • 6 feb
  • 3 Min. de lectura

El presidente Javier Milei ha vuelto a desviar la atención con una denuncia insólita: acusar al director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, de crímenes de lesa humanidad por su gestión durante la pandemia. En su cruzada conspiranoica contra los organismos internacionales, Milei parece ignorar que la situación en Argentina hoy no necesita de teorías delirantes para encontrar un verdadero drama humanitario. La crisis social y económica que atraviesa el país tiene responsables bien identificados, y las políticas del gobierno libertario han profundizado la miseria de millones de personas.



La pobreza como política de estado


La pobreza en Argentina ha alcanzado niveles alarmantes, superando el 50% de la población. Esto significa que más de 25 millones de argentinos no tienen garantizado el acceso a la canasta básica. Entre ellos, los niños son los más afectados: el 66% de los menores de 14 años vive en la pobreza. Mientras tanto, las cifras de indigencia también se han disparado, superando el 18% de la población, lo que implica que casi 9 millones de personas no pueden costear ni siquiera los alimentos esenciales para sobrevivir.


Estas cifras no son solo estadísticas; son el reflejo de un sistema que ha priorizado el ajuste fiscal sobre la vida de las personas. El gobierno de Milei ha implementado medidas que, lejos de aliviar la crisis, han exacerbado las desigualdades y dejado a millones en una situación de vulnerabilidad extrema.


El abandono de la salud pública


Uno de los aspectos más críticos de esta gestión ha sido el desmantelamiento de la salud pública. En los últimos meses, al menos siete personas han fallecido esperando medicamentos que el Estado dejó de proveer a pacientes con enfermedades oncológicas y crónicas. Familias enteras han tenido que recurrir a donaciones o judicializar su situación para recibir tratamientos que, antes del gobierno de Milei, eran garantizados por programas estatales.


La motosierra del presidente ha barrido con la asistencia pública sin contemplaciones, dejando en total desamparo a quienes dependen de esos tratamientos para vivir. Mientras tanto, el presupuesto en salud ha sido recortado drásticamente, mientras otras áreas, como Defensa, han visto incrementos desproporcionados.


El hambre como herramienta de control


El hambre también ha sido exacerbado por la decisión del gobierno de retener y dejar vencer millones de kilos de alimentos almacenados en centros operativos del Ministerio de Capital Humano. Mientras los comedores populares pedían desesperadamente ayuda para alimentar a las familias afectadas por el ajuste, la ministra Sandra Pettovello ocultaba los insumos, negándose a distribuirlos. No fue hasta que la justicia intervino que el gobierno admitió su negligencia y se vio forzado a liberar la mercadería.


Este episodio refleja una grave falta de gestión, y la indiferencia preocupante hacia las necesidades más básicas de la población. El hambre se ha convertido en una herramienta de control, mientras el gobierno prioriza otros gastos, como el aumento del 153% en el presupuesto de Defensa o la creación de un sistema de inteligencia nacional con un costo de 100 millones de dólares.


Despidos masivos y salarios de miseria


El mercado laboral también ha sido devastado por las políticas de Milei. Los despidos masivos en el sector público han dejado sin sustento a miles de familias. A esto se suma la licuación de los salarios estatales, con aumentos muy por debajo de la inflación, haciendo que más del 50% de los empleados públicos cobren por debajo de la línea de pobreza. En el sector educativo, la situación es todavía peor: el 60% de los docentes universitarios también percibe sueldos que no alcanzan para cubrir la canasta básica.


Pioridades distorsionadas


Mientras Milei ajusta el presupuesto de salud, educación y asistencia social, el gasto en otras áreas ha aumentado de manera desproporcionada. La Secretaría de Prensa aumentó su presupuesto un 778%, la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de su hermana Karina Milei, triplicó su partida, y la Jefatura de Gabinete tuvo un incremento del 321%. Estos son algunos de los sectores que han recibido aumentos por encima de la inflación, en un gobierno que se jacta de combatir "a la casta" pero que parece utilizar los recursos del Estado para beneficiar a su propio entorno.


La pregunta incómoda


La pregunta, entonces, es inevitable: ¿quién está más cerca de la lesa humanidad? ¿Quien, ante una pandemia global, tomó medidas urgentes para proteger vidas ante un virus desconocido? ¿O aquel que, teniendo el poder y los recursos para aliviar el sufrimiento de su pueblo, elige someterlo a la pobreza, el hambre y la falta de acceso a la salud?


Mientras Milei busca culpables en organismos internacionales, la verdadera lesa humanidad se encuentra en las políticas que han convertido a Argentina en un país donde el hambre, la falta de medicamentos y el desempleo son el pan de cada día. La historia juzgará, pero el presente ya nos está dando una respuesta clara.


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