Gerardo Werthein y el juramento sobre la Torá
- Redacción
- 5 nov 2024
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En un giro que desafía las convenciones diplomáticas argentinas, el presidente Javier Milei tomó juramento sobre la Torá al nuevo canciller Gerardo Werthein. La ceremonia, realizada en el Salón Blanco de la Casa Rosada, marcó la salida de la exministra de Relaciones Exteriores Diana Mondino, y simbolizó un nuevo enfoque ideológico y un cambio de estilo en la diplomacia del país. Al adoptar un elemento de profundo simbolismo religioso, el acto apunta a una clara estrategia de alineación con ciertos sectores de influencia norteamericana e israelí.

La figura de Werthein y sus conexiones internacionales
El nuevo canciller, un empresario con vasta experiencia en medios, telecomunicaciones, y energía, ha estado vinculado a círculos de poder estadounidenses. Con solo cinco meses de experiencia diplomática, su designación genera dudas en torno a su capacidad para abordar las complejas demandas de la política exterior argentina. Werthein acompañó a Milei en su reciente gira por Nueva York, donde ambos rindieron homenaje al rabino Menachem Mendel Schneerson. Su rol en los encuentros con figuras como Bill Clinton refuerza la apuesta del gobierno por un nuevo alineamiento geopolítico.
La "caza de traidores" en Cancillería y la polarización interna
El nombramiento de Werthein también responde a la tensión interna en el Ministerio de Relaciones Exteriores, exacerbada por la abrupta destitución de Mondino. Según informes, la exministra perdió su puesto al apoyar una votación en Naciones Unidas favorable al levantamiento de sanciones a Cuba, lo que contraviene el enfoque de Milei, centrado en una alineación estricta con Estados Unidos e Israel. Milei, en una controvertida entrevista televisiva junto a su pareja, la menemista Amalia "Yuyito" González, tachó a Mondino y sus colaboradores de "traidores" y anunció una auditoría para identificar a los promotores de "agendas enemigas de la libertad".
Los lineamientos de Milei demandan que los diplomáticos argentinos abandonen cualquier participación en proyectos internacionales que considere "socialistas". Su carta al cuerpo diplomático, con alusiones críticas a la Agenda 2030 de la ONU, señala una firme ruptura con la orientación tradicional del país en temas de derechos humanos y sostenibilidad. La "doctrina" Milei presiona a los funcionarios a alinearse o renunciar.
Un acto de jura que trasciende lo simbólico
La ceremonia de asunción de Werthein, con su juramento sobre la Torá, simboliza un homenaje a su identidad cultural, y un mensaje de identificación con una visión conservadora de la libertad y soberanía estatal. Este gesto busca afianzar los vínculos con sectores clave en la política y economía estadounidenses e israelíes. Sin embargo, los críticos advierten que un sesgo excesivo hacia estos intereses podría comprometer la capacidad de Argentina para mantener relaciones equilibradas con otros bloques y regiones.
La redada en Nueva York y las sombras sobre Jabad Lubavitch
En una extraña coincidencia, poco después del viaje de Milei y Werthein a Nueva York, estalló un escándalo en la sede de la comunidad Jabad Lubavitch. Durante una redada policial, se descubrieron túneles ocultos en el edificio, lo que llevó a enfrentamientos entre la policía y un grupo de estudiantes extremistas. Aunque no existe conexión directa entre este incidente y la visita presidencial, el hecho ha suscitado teorías y especulaciones inquietantes. Las dudas no recaen en el viaje en sí, sino en los vínculos del nuevo canciller con sectores internacionales y posibles influencias religiosas extremas que rodean su nuevo rol en la diplomacia argentina.
Un futuro incierto para la diplomacia argentina
La designación de Werthein como canciller marca un antes y un después en la política exterior argentina. Su mandato implicará la revisión de los tratados, una reducción de la presencia diplomática y un control estricto de los recursos. Aunque su experiencia empresarial y su red de contactos internacionales podrían ser ventajosas, el mandato de Werthein de identificar "enemigos de la libertad" y la eventual purga en Cancillería traen consigo una carga de inestabilidad y polarización que podría erosionar la credibilidad de Argentina en la arena internacional.
Más allá de los eventos recientes, la realidad parece mostrar a la Argentina en un rumbo preocupante hacia una alineación con un sector específico de una de las sectas más grandes de EEUU, lo cual plantea serias interrogantes sobre la neutralidad del Estado. El acto de juramento sobre la Torá en la asunción de Werthein marca una desviación simbólica de las practicas argentinas. La impresión que queda es la de un Estado que no solo se aparta de los protocolos habituales, sino que también proyecta un mensaje de favoritismo hacia los nuevos dueños de la argentina.
La Casta esta Orden
La designación de Gerardo Werthein como ministro de Relaciones Exteriores resulta, cuanto menos, paradójica si se consideran las promesas de campaña de Javier Milei. En su discurso, Milei se comprometió a erradicar lo que él denominaba la "casta política" y a poner fin a los vínculos empresariales que, según él, controlaban las decisiones del Estado en detrimento de los ciudadanos. Sin embargo, el nuevo canciller encarna precisamente esa mezcla de intereses comerciales y conexiones políticas que el presidente aseguraba que desmantelaría.

Werthein, cuyo historial empresarial abarca áreas como telecomunicaciones, energía, medios de comunicación, sector inmobiliario y salud, es miembro de una familia que ha logrado consolidar su influencia sin importar quién estuviera en el poder. Este grupo se caracteriza por su habilidad para tejer relaciones con las administraciones de turno, incluida una estrecha cercanía con Daniel Scioli, exgobernador de Buenos Aires y excandidato presidencial. Durante la gestión de Scioli, los Werthein no solo expandieron sus negocios, sino que también aseguraron contratos estratégicos que fortalecieron su posición en sectores clave donde el Estado jugaba un rol importante.
La contradicción es evidente: Milei prometió acabar con estos vínculos entre empresas y Estado, y sin embargo, coloca en una posición clave de su administración a un empresario cuya trayectoria está marcada precisamente por esas relaciones que él denunció. Más aún, la presencia de Werthein en organismos internacionales como el Comité Olímpico Internacional (COI) y Olympic Broadcasting Services (OBS) le ha permitido construir redes de poder globales, muchas veces con el respaldo de administraciones argentinas.
Al final, el nombramiento de Werthein no solo contradice las promesas de Milei sobre la transparencia y la eliminación de los intereses empresariales en la política. También plantea interrogantes sobre la dirección de la política exterior argentina y si esta responderá a una visión estratégica para el país o a los intereses de una familia que, en los hechos, representa una versión muy familiar de la "casta" que Milei aseguraba que desterraría.
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