China, ¿camino a ser la primera potencia mundial en el 2025?
- Nahuel Hidalgo
- 31 dic 2024
- 7 Min. de lectura
En los últimos años, China ha sido un actor clave en la reconfiguración de la política, la economía y la infraestructura global. Con un enfoque estratégico y un horizonte claro, el país asiático se perfila como la primera potencia mundial para 2025. Sus inversiones masivas en infraestructura, tecnología y su rol activo en la diplomacia internacional han catapultado a China en un camino de ascenso imparable. Pero, ¿qué hace a China un contendiente tan fuerte para alcanzar este título en los próximos años?

Economía en expansión y liderazgo comercial
China ha consolidado su posición como la segunda economía más grande del mundo, con una influencia creciente en los mercados internacionales. En lugar de depender únicamente de su mercado interno, ha apostado por globalizarse, impulsando su comercio exterior y extendiendo su red de relaciones con economías emergentes. La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), lanzada en 2013, ha sido clave en este proceso. A través de esta megaestrategia, China ha promovido el desarrollo de infraestructuras en más de 140 países, desde África hasta Europa y América Latina.
Este ambicioso proyecto tiene como objetivo principal establecer nuevas rutas comerciales, conectando regiones históricamente separadas. Un claro ejemplo de esto es la construcción de carreteras y ferrocarriles que facilitan el tránsito de bienes entre África, Asia y Europa. En países como Kenia, Etiopía y Nigeria, China ha invertido en importantes autopistas y líneas de trenes de alta velocidad, con el fin de transformar el comercio y la conectividad regional. De igual manera, el Corredor de Transporte de África Oriental, financiado por China, permitirá a países como Sudán del Sur y Uganda mejorar su infraestructura vial y ferroviaria, abriendo nuevas oportunidades económicas para sus poblaciones.

Inversiones estratégicas en puertos y rutas comerciales
Uno de los sectores más destacados de la expansión global de China es la inversión en puertos estratégicos alrededor del mundo. En África, la construcción y modernización de puertos en países como Kenia (Puerto de Mombasa) y Djibouti ha permitido una mejor integración de las economías africanas con los mercados asiáticos y europeos. Pero el puerto más emblemático es el Puerto de Pireo en Grecia, adquirido por el gigante chino Cosco. Este puerto se ha convertido en un punto clave en las rutas comerciales entre Asia y Europa, funcionando como uno de los más importantes del Mediterráneo. No solo se trata de infraestructura, sino de una inversión estratégica que le permite a China consolidar su poder comercial en una de las rutas más cruciales del mundo.
China también ha invertido fuertemente en la modernización de infraestructuras marítimas en países de América Latina, como Brasil y Perú, reforzando su influencia en el continente y estableciendo conexiones vitales con las economías del Pacífico.

Tecnología y sostenibilidad: Impulso hacia el futuro
No solo se trata de infraestructuras físicas; China también está invirtiendo en la creación de un futuro tecnológico y sostenible. El país ha liderado el desarrollo y la implementación de nuevas tecnologías en áreas clave como la inteligencia artificial, el 5G y las energías renovables. Gracias a su avance en estos sectores, China está posicionándose como la principal potencia tecnológica del siglo XXI. Empresas como Huawei y Tencent son ejemplo de cómo China ha logrado exportar su tecnología a mercados internacionales, mientras mantiene un control absoluto sobre el desarrollo y la innovación.
Además, en términos de sostenibilidad, China ha impulsado proyectos de energía limpia en diversas partes del mundo. En África, por ejemplo, ha financiado el desarrollo de centrales solares en Egipto y Etiopía, promoviendo una transición hacia fuentes de energía más limpias y accesibles en países en desarrollo.

La nueva diplomacia global de China
A medida que China sigue avanzando, su influencia geopolítica se extiende más allá de sus fronteras. En el contexto de la nueva "diplomacia económica", China está estableciendo acuerdos estratégicos con naciones en vías de desarrollo, lo que le permite diversificar sus relaciones y ampliar su red de aliados. En América Latina, China ha estrechado lazos con países como Brasil y Venezuela, no solo a través de inversiones en infraestructura, sino también mediante el comercio de productos como soja, petróleo y tecnología.
Con proyectos como la construcción de carreteras y puentes en Bolivia, y la instalación de sistemas de telecomunicaciones en Ecuador, China está ofreciendo una alternativa a los modelos tradicionales de cooperación internacional, ofreciendo préstamos y apoyo técnico a cambio de acceso a recursos naturales y mercados.
El futuro de China en 2025
Para 2025, China podría convertirse en la primera potencia mundial, no solo en términos económicos, sino también en influencia política y estratégica. Su capacidad para construir infraestructuras críticas a nivel global, su liderazgo en tecnologías avanzadas y su enfoque de cooperación internacional la posicionan para ser el epicentro de la nueva era económica y política.
Pero este ascenso no está exento de desafíos. Las tensiones geopolíticas, los cuestionamientos sobre los derechos humanos y la sostenibilidad de sus políticas de deuda externa podrían poner en riesgo algunos de sus proyectos. Sin embargo, la visión a largo plazo de China, junto con sus constantes inversiones en infraestructura, tecnología y relaciones internacionales, hace que su liderazgo global en 2025 sea una posibilidad cada vez más cercana.
¿Qué le falta a China para ser la primera potencia mundial?
A pesar de su crecimiento sostenido y su creciente poder global, la pregunta persiste: ¿qué le falta a China para convertirse en la primera potencia mundial para 2025? Este análisis examina las distintas dimensiones que juegan un papel crucial en este escenario y lo compara con las fortalezas y debilidades de Estados Unidos.
Economía: ¿Puede China superar a Estados Unidos?
En términos de Producto Interno Bruto (PIB), China ya ha logrado una hazaña impresionante al superar a todas las demás naciones, salvo Estados Unidos. Su crecimiento ha sido alimentado por la industrialización masiva, exportaciones y, más recientemente, por una fuerte inversión en tecnología y energía renovable. Sin embargo, aunque China ha crecido rápidamente, su PIB per cápita sigue siendo mucho más bajo que el de Estados Unidos, lo que refleja una disparidad en los niveles de vida y en el consumo interno.
China ha impulsado proyectos ambiciosos como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que conecta África, Asia y Europa, y ha invertido en países en desarrollo sin imponer las estrictas condiciones del FMI, lo que la posiciona como un líder alternativo en la arena global. Sin embargo, aún está lejos de igualar la innovación y el nivel de vida que caracteriza a las economías de Estados Unidos y algunas economías europeas.
El verdadero desafío para China será convertir su enorme base industrial en una economía de consumo interno robusta que pueda sostener su crecimiento a largo plazo, sin depender exclusivamente de las exportaciones y de las políticas gubernamentales de inversión.
El poder militar: China vs. la OTAN
China cuenta con el Ejército Popular de Liberación (EPL), el ejército más grande del mundo en términos de efectivos, con aproximadamente 2 millones de soldados activos y cerca de 500,000 en reserva. A pesar de esto, su capacidad militar, aunque impresionante, aún está en proceso de modernización. En términos de tecnología avanzada, la OTAN, encabezada por Estados Unidos, sigue siendo el bloque militar dominante, con más recursos y capacidades en cuanto a tecnología de punta, proyección global y cohesión entre sus países miembros.
La cuestión no es solo cuántos soldados tiene China, sino cómo puede proyectar su fuerza más allá de sus fronteras. Si bien China ha hecho avances importantes en tecnología militar, la OTAN, con su infraestructura global, sigue siendo un actor militar dominante.
Empresas globales y poderío económico
En términos de empresas multinacionales, Estados Unidos sigue siendo la principal potencia. Las empresas tecnológicas como Apple, Google, Amazon y Microsoft lideran el mercado global, mientras que China sigue expandiendo el poder de sus gigantes tecnológicos, como Huawei, Alibaba y Tencent. Sin embargo, aún no tiene el mismo nivel de penetración global que las empresas de Estados Unidos, particularmente en sectores clave como la tecnología de consumo y los servicios financieros.
China, aunque ha logrado un crecimiento impresionante en el sector de la manufactura y la tecnología, necesita seguir avanzando en la innovación y en la creación de productos de alta gama que puedan competir en igualdad de condiciones con los de las principales economías occidentales.
La influencia política: El poder en la ONU y los BRICS
Tanto China como Estados Unidos tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, lo que les otorga un poder significativo sobre las decisiones globales. Sin embargo, en términos de influencia política, la red de aliados de Estados Unidos, en particular los países de la OTAN, siguen siendo un bloque cohesivo que tiene un impacto global mucho mayor que los aliados de China.
Por otro lado, el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es un bloque en crecimiento que busca desafiar el orden económico global liderado por Occidente. A través de inversiones en países en desarrollo y el establecimiento de instituciones alternativas como el Banco de Desarrollo de los BRICS, China ha ganado apoyo de naciones de economías emergentes, pero aún se enfrenta al desafío de consolidar una agenda política común con países tan diversos como Brasil y Sudáfrica.
La soberanía en el desarrollo global: FMI vs. China
Una de las diferencias más marcadas entre el modelo de desarrollo de China y el que propone EEUU a través del FMI es la soberanía política. El FMI es conocido por imponer condiciones estrictas a los países a cambio de préstamos, lo que a menudo conduce a la pérdida de autonomía económica y política. China, por su parte, se presenta como una alternativa más flexible, proporcionando préstamos sin las mismas condiciones, lo que le ha permitido ganar aliados en países en desarrollo que están cansados de las políticas del FMI.
A pesar de estos avances, China aún debe enfrentar el desafío de equilibrar su crecimiento económico con los derechos humanos y la sostenibilidad, temas en los cuales sigue siendo criticada por la comunidad internacional.
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