Cancillería llama Falklands a las Islas Malvinas: ¿Entreguismo o negligencia?
- Nahuel Hidalgo
- 23 oct 2024
- 5 Min. de lectura
El reciente comunicado oficial de la Cancillería argentina que refiere a las Islas Malvinas como "Falklands/Malvinas" no es un simple error administrativo. Es una alarmante muestra del entreguismo de un gobierno que parece dispuesto a subordinar los intereses soberanos de la Argentina a los dictados de potencias extranjeras. Encabezada por Diana Mondino, esta gestión no sólo ignora la lucha histórica por la recuperación de las islas, sino que deliberadamente socava el legítimo reclamo argentino.

El episodio ocurrido este martes refleja, una vez más, el desinterés de Mondino y su equipo por la causa Malvinas. No es la primera vez que la canciller se coloca en una postura conciliadora con los intereses británicos: ya durante su campaña electoral, en una entrevista con The Telegraph, señaló que "los derechos de los isleños serán respetados". Desde entonces, ha utilizado el eufemismo del "respeto" para intentar diluir la cuestión central: las Islas Malvinas son territorio argentino, y ese reclamo está consagrado en nuestra Constitución Nacional.
El uso del nombre "Falklands" en un documento oficial es una afrenta directa a esta soberanía, plasmada desde 1994 en el artículo 75 inciso 22 de nuestra Constitución. Este artículo declara la legítima e imprescriptible soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. No hay margen para la ambigüedad: la recuperación de esos territorios es un objetivo irrenunciable para el pueblo argentino, y cualquier intento de desdibujar esta realidad debe ser condenado sin reservas.
Lejos de corregir el rumbo con firmeza, la respuesta de Mondino ante la indignación popular fue pobre e insuficiente. En lugar de asumir la gravedad de lo ocurrido, su estrategia consistió en negar la realidad y sugerir que habría despidos en su equipo para aplacar la crisis. Pero los despidos no resolverán el problema central: la política exterior de este gobierno está profundamente alineada con los intereses foráneos, en detrimento de los históricos reclamos nacionales.
Es inconcebible que, en un contexto internacional complejo, la Argentina abandone la defensa de sus derechos soberanos en las Islas Malvinas. La historia nos enseña que no hay concesiones cuando se trata de la integridad territorial. Mondino, con su actitud entreguista, parece haber olvidado que las Malvinas no son sólo un pedazo de tierra; son un símbolo de nuestra identidad, de nuestra lucha y de nuestra historia.
Los argentinos no podemos permitir que esta gestión, con su diplomacia light y complaciente, siga socavando nuestros derechos en el escenario internacional. La causa Malvinas no admite medias tintas ni negociaciones que pongan en riesgo nuestro reclamo. La soberanía es innegociable, y cualquier funcionario que no lo entienda, simplemente, no merece el puesto que ocupa.
A la par de este preocupante retroceso en la defensa de la soberanía, es imposible ignorar el contexto político que rodea a la cancillería. Desde que Mondino asumió el cargo, los errores diplomáticos se han vuelto una constante. El incidente con la Liga Árabe, que puso en jaque las relaciones con una de las principales alianzas comerciales de Argentina, fue un claro ejemplo de la incapacidad para sostener una política exterior coherente y efectiva. Pero lo ocurrido con el uso del término "Falklands" va más allá de la incompetencia: evidencia una desconexión absoluta con el sentir popular y con los mandatos constitucionales que deberían guiar cada acción del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El gobierno de Javier Milei se enfrenta ahora a una encrucijada. La política exterior, en lugar de ser un baluarte para defender los intereses nacionales, parece haberse convertido en una herramienta al servicio de alianzas internacionales que poco o nada se alinean con las prioridades históricas del país. Y el caso de las Malvinas es quizás el más simbólico y doloroso de todos. No se trata solo de un error comunicacional; es el síntoma de una política entreguista que no parece tener reparos en poner en riesgo cuestiones fundamentales.
La confusión generada por la propia canciller, quien primero negó y luego calificó el comunicado como "malicioso", solo agrava la situación. Lejos de asumir la responsabilidad por la falta de control y por el lenguaje utilizado, Mondino intentó desviar la atención culpando a "la ideología de izquierda", como si una postura ideológica pudiera justificar la renuncia implícita a la defensa de la soberanía.
Esto deja una pregunta crucial en el aire: ¿se trata de una negligencia diplomática por parte de Mondino y su equipo o, por el contrario, de una entrega planificada en línea con la visión de un gobierno que busca realinear los intereses de Argentina con los de potencias extranjeras? En cualquiera de los dos escenarios, el resultado es el mismo: la causa Malvinas, una de las más profundas en la conciencia colectiva del país, está siendo debilitada desde adentro.
Es imperioso que los argentinos exijamos una respuesta clara. No podemos permitir que la defensa de nuestra soberanía sea objeto de titubeos, errores o agendas encubiertas. Las Islas Malvinas no son un tema negociable ni una moneda de cambio en el tablero geopolítico. Si la cancillería no está a la altura del desafío, es momento de un cambio de rumbo. La improvisación y la subordinación no pueden tener lugar cuando lo que está en juego es un derecho irrenunciable del pueblo argentino.
Las palabras de Manuel Carrizo, Veterano de Guerra de Malvinas
Consultado por ADN Nacional, el Veterano de Guerra Manuel Carrizo expresó su profunda indignación ante el uso del término "Falklands" por parte de la Cancillería argentina, afirmando que "no se trata de un error, sino de un acto deliberado". Según Carrizo, esta maniobra busca "comerle la cabeza a la gente" y hacer que se empiece a aceptar la noción de que las islas pertenecen a Inglaterra. Para él, esta estrategia no solo desdibuja la lucha histórica de Argentina por la soberanía, sino que también intenta borrar el sacrificio de "los 632 héroes de nuestra historia" que dieron su sangre en defensa de ese territorio.

El veterano enfatiza que estas acciones son parte de un "trabajo psicológico" destinado a "sacar de la memoria colectiva la guerra de Malvinas". Carrizo señala que, al minimizar el reclamo argentino y aceptar eufemismos que favorecen a los intereses británicos, se corre el riesgo de deslegitimar la causa. "No vengan a versiar a la gente", dice con firmeza, dejando en claro que este tipo de narrativas son mentiras que ponen en peligro la memoria de aquellos que lucharon. Para él, es fundamental recordar que las Malvinas son parte de la identidad nacional, y que el sacrificio de los soldados debe ser honrado y no olvidado.
La advertencia de Carrizo es clara: "El negocio es redondo; se olvidan y las venden". En esta declaración planteando una inquietante posibilidad: si la sociedad argentina comienza a aceptar la pérdida de Malvinas como inevitable, se perderá no solo un territorio, sino también una parte esencial de nuestra historia y cultura. La defensa de la soberanía sobre las islas no es solo una cuestión diplomática; es una lucha por mantener viva la memoria de quienes se sacrificaron por ella. En sus palabras, se encuentra un llamado a la acción: no permitir que la historia se reescriba y a no olvidar nunca el significado de Malvinas para el pueblo argentino.
Comments