top of page

Argentina acepta “donaciones” de quienes mataron a nuestros Héroes de Malvinas

  • Foto del escritor: Redacción
    Redacción
  • 2 nov 2024
  • 2 Min. de lectura

La noticia de que el Reino Unido donó equipamiento de seguridad a Argentina –drones, rastreadores GPS y laptops de última generación– es, a simple vista, un acto de colaboración que podría justificarse como parte de la lucha global contra el crimen organizado. Sin embargo, es una colaboración que carga con una contradicción grave y dolorosa. ¿Hasta dónde puede justificarse esta “ayuda” que viene de un país que sigue saqueando nuestros recursos naturales y ocupando, de facto, parte de nuestro territorio?



La donación, formalizada en una reunión entre la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el jefe del Servicio Diplomático británico, Sir Philip Barton, fue anunciada en las redes de la Embajada del Reino Unido en Buenos Aires, donde se detalló la entrega de cuatro laptops resistentes, tres drones, y diversos rastreadores satelitales. Estas herramientas, asegura la embajadora británica Kirsty Hayes, son “para reforzar el combate contra el crimen organizado.” No obstante, resulta paradójico que esta “generosidad” venga de quienes mantienen una ocupación colonial en nuestras Islas Malvinas, donde están avanzando con la explotación de petróleo y proyectando un puerto multipropósito que ampliará su influencia en la región.


Mientras el gobierno de Milei recibe estos dispositivos de vigilancia, el Reino Unido continúa extrayendo recursos pesqueros en aguas argentinas. Esto no es solo una cuestión de soberanía; se trata de nuestra dignidad como nación. Nos enfrentamos a la pregunta de si estos gestos diplomáticos, por muy “positivos” que puedan parecer, no terminan siendo una máscara para cubrir la violencia de la ocupación. ¿Cuánto de lo que nos han quitado podrá repararse con unos cuantos dispositivos? La “ayuda” se presenta con un dejo de ironía, cuando lo que realmente anhelamos es la restitución de lo que es nuestro y el fin del colonialismo.


La embajadora Hayes se mostró enfática en la necesidad de “una colaboración a nivel global” para enfrentar al crimen organizado, como si compartiéramos una causa común. Pero la historia y el presente nos demuestran que en Malvinas no tenemos aliados, sino una potencia que explota nuestros recursos y al mismo tiempo se presenta como benefactora. Esta es una traición sutil, una aceptación de la subordinación bajo el disfraz de “cooperación internacional”. ¿De qué lado estamos cuando permitimos que quienes tomaron la vida de nuestros jóvenes en Malvinas y saquean nuestro patrimonio natural sigan determinando nuestra política de seguridad?


Es esencial reflexionar sobre las implicancias de este tipo de acuerdos. El equipamiento puede ayudar a combatir el crimen en Argentina, pero no puede paliar el dolor de nuestras pérdidas ni borrar el recuerdo de los caídos en Malvinas. En lugar de aceptar estas dádivas, nuestro país debería reafirmar su soberanía y rechazar cualquier “colaboración” que refuerce la dependencia de quienes nunca han abandonado sus intereses colonialistas.

Комментарии


bottom of page